“Se define como cerveza artesanal a la cerveza producida por pequeñas fábricas independientes y no sometida, durante la fase de producción, a los procesos de la pasteurización y la micro-filtración. A los efectos de este párrafo, se entiende como pequeña fábrica independiente aquella que legalmente y económicamente es independiente de cualquier otra fábrica de cerveza, a la vez que utiliza unas instalaciones separadas físicamente de cualquier otra. Asimismo, las pequeñas fábricas independientes no tienen que producir con licencia de uso de derechos de propiedad intelectual y su producción anual no debe superar los 200.000 hl, incluyendo en esta cantidad la cerveza producida en nombre de terceros”.
Éste es la definición de cerveza artesana que el Senado Italiano acaba de ratificar, y que se incluye dentro de un conjunto de disposiciones aprobadas en relación a la simplificación, racionalización y competitividad de la agricultura y el sector agroalimentario.
Ante esta efemÉride, está claro que nos encontramos ante un momento histórico para el sector cervecero en Italia. Por primera vez, la cerveza artesana tiene una definición legal y oficial, que gira en torno a tres valores:
- La integridad del producto, entendida en la ausencia de prácticas como la micro-filtración y la pasteurización.
- La producción anual de la fábrica, que no debe superar los 200.000 hl.
- La independencia de la micro-cervecería a nivel legal y económico.
Evidentemente, hay motivos de celebración, aunque una buena parte del sector está experimentando un cierto regusto amargo en boca.
Por un lado, uno de los blogs líder en Italia en cuestiones de cerveza artesana, Cronache di Birra, ya ha manifestado su disgusto en cuanto a las formas. Al parecer, el Gobierno Italiano ha actuado unilateralmente y no ha contado con asociaciones cerveceras con más de 20 años de vida en el sector.
De este modo, el movimiento cervecero italiano no es el dueño de la definición de su propio producto, cosa que no pasa en Estados Unidos. En EUA, la definición de cerveza artesana está liderada por la American Brewers Association.
Por otro lado, la cerveza artesana solo queda regulada bajo criterios tecnológicos, cuantitativos y estructurales. El principal efecto positivo de esta regulación es la defensa de los pequeños frente a los grandes grupos cerveceros industriales, que durante años han intentado confundir al consumidor con argumentos propios de las micro-cervecerías y de la cerveza artesana.
Algo similar sucede actualmente en España, tal y como te contamos en el artículo Los curiosos y recientes movimientos de las grandes cerveceras españolas.
¿QuÉ pasa con la calidad de la cerveza?
Sin embargo, la definición de cerveza no queda definida bajo criterios de calidad. Con este Decreto sólo los productores de cerveza artesana podrán escribir en su etiqueta “cerveza artesanal”, pero evidentemente artesano no es sinónimo de calidad. Será el consumidor, pues, el juez y árbitro que dictamine la resolución final.
No es fácil descifrar cuáles serán las consecuencias o los beneficios más inmediatos de este Decreto, pero la definición de cerveza artesana era una tarea pendiente en Italia.
Ahora se ha materializado, con particularidades que benefician al producto local y artesano, aunque con aún algunos vacíos de contenido.
Pero todo es un comienzo, en este caso bastante más positivo que el que se entrevÉ en España, con un Proyecto de Real Decreto paralizado desde 2015 por la situación política actual. De aprobarse, este proyecto incorporará por primera vez el tÉrmino de cerveza artesana, pero no protegerá a los artesanos frente a la competencia desleal y la confusión que generan las grandes marcas cerveceras.
Para empezar, el decreto no regula a la cerveza artesana bajo criterios cuantitativos (¿Cuántos litros como máximo puede producir una micro-cervecería?) ni tampoco estructurales (¿QuÉ pasa si Mahou-San Miguel sigue entrando en los accionariados de marcas artesanales?).
Además, el Proyecto de Real Decreto español tampoco aclara quÉ significan conceptos como la “intervención manual”, el “factor humano” y el “maestro artesano”, dejando manga ancha para que todos aquellos que quieran nombrar su producto como “artesano” puedan hacerlo. LÉelo tú mismo.