Cada vez nos encontramos con más cervezas fantasma en el mercado. Cervezas disfrazadas de lo que no son. Las hay buenas, mediocres y malas, como en el universo de las cervezas artesanas honestas. Pero aunque conviven con nosotros en este mundo, su espíritu vive en otro lado. La mayoría son cervezas de importación o elaboradas a cientos de kilómetros del lugar de consumo. Pero comparten una misma característica: son vendidas, a veces encubiertamente, como cervezas locales. Es como si el chocolate suizo lo elaboraran en Valladolid o la sobrasada mallorquina en Berlín.
Además, algunas alardean de ser más artesanas que ninguna siendo tan solo industriales y, en muchos casos, bastante mediocres. Hablamos de un fenómeno que se está viviendo en Estados Unidos desde hace años y que aquí estamos empezando a ver. Está en ciernes el ataque de las cervezas fantasma. Hay que estar atentos, pueden estar en cualquier lado disfrazadas de paisanas. ¿Quieres saber cómo detectarlas? ¿Llevas ya tu equipo de Ghostbuster cervecero? Pues vamos a la caza de las cervezas fantasma.
Aunque la industrial se vista de seda, industrial se queda.
Artesanas fantasma
En Estados Unidos ya hace años que algunas grandes fábricas industriales han sacado al mercado sus marcas “artesanas”. Aunque las industriales se quedan con el 63% del negocio, la venta de sus productos no es tan boyante como antes y la artesana continua creciendo. El aire que desprenden las artesanas a producto noble, de calidad y, sobretodo, el precio de las craftbeers era algo de lo que tambiÉn querían sacar tajada. La famosa BMC formada por los gigantes Bud-Miller-Coors ha puesto su maquinaria a trabajar para comerse tambiÉn esta porción del pastel a toda costa usando todo tipo de artimañas: desde comprar pequeñas fábricas artesanas a fabricar sus propias pseudo marcas craft. El gigante norteamericano Anheuser-Busch propietario de marcas como Bud, Stella Artois, Beck’s, Hoegaarden, Leffe…y que mantiene el liderazgo de ventas en Estados Unidos con el 47’6% de estas, se disfraza de craft para vender sus Shock Top Wheat con look punky vegetal (una multinacional con cresta…WTF!?). Pero además del look revoltoso simpático y alternativo había que meter mano tambiÉn a la cosa ecológica y orgánica. Para ello, crearon la Green Valley Brewing Company. ¿Suena bien verdad? ¡Que verde era mi Green Valley y que orgánicas mis cervezas! Verdes y orgánicas como la Stone Mill Pale Ale. Con la maquinaria publicitaria de esta mega compañía cualquiera no cae y paga lo que sea por esta pseudo cervezas artesanas.
Que verde era mi cresta: industriales fabricando punkies vegetales. Todo muy lógico.
Otro ejemplo famoso es el de la Blue Moon Brewing Company perteneciente al gigantón industrial Miller Brewing Company. Este otro monstruo norteamericano sacó hace unos años la Blue Moon, una white beer que continua siendo muy popular en USA. Pero no se quedaron en esa, tienen hasta una hecha con piel de naranja valenciana. Sí, sí, la Blue Moon Valencia Grove Amber. Viendo de donde la viene la casta a estas cervezas, a saber si será naranja valenciana o aroma de naranja sintetizado en un laboratorio. En todo caso, a los americanos les debe sonar a gloria ese exótico toque valenciano ya que muchos no saben ni donde se encuentra España.
La Miller Brewing Company no está en la luna de valencia y se come un pedazo del pastel artesano
Ojo, los expertos aseguran que algunas de estás cervezas son buenas. Pero muchas otras no hacen más que aprovecharse del prestigio del sector de la cerveza artesana en Estados Unidos vendiendo productos mediocres que hacen un flaco favor al sector craft.
Las Cervezas Fantasma de aquí
Con poner “artesana” en la etiqueta no basta.
Estrella Galicia
Algunas marcas industriales tambiÉn han intentado vestirse de seda. El boom de la cerveza artesana en nuestro país tambiÉn atrae a avispadas marcas y a pequeños empresarios que han visto su oportunidad en el nicho de negocio que se ha creado en estos últimos años. Moritz y Estrella Galícia, por ejemplo, han montado sus brewpubs con look completamente artesano. Un look cuidado hasta el extremo de utilizar materiales que más bien recuerdan a las fábricas artesanales de siglos precedentes que a las actuales. Bueno, bien, se trata de hacer el local bonito y acogedor. Que despuÉs se esfuercen en hacer la cerveza que venden allí de la misma baja calidad que la que venden en botella es otro cantar (no sea que los clientes que visitan su brewpub descubran que están bebiendo algo mejor que lo que se encuentran en el super).
Estrella Galícia tambiÉn monta looks artesanos para bares donde solo sirven industriales.
Moritz fabrica más del 99% de su cerveza “barcelonesa” en Zaragoza. En la fábrica que remodeló el arquitecto Jean Nouvel solamente se elabora la cerveza que se consume en el mismo local
Moritz
En todo caso, Moritz merece capítulo aparte. Muchos catalanes han comprado sus productos no solo porquÉ es una cerveza que les gusta (sobre eso dicen que no hay casi nada escrito) sino porquÉ etiqueta en catalán y creen que está hecha en Barcelona. La verdad es que lo de la etiqueta tiene mÉrito ya que encontrar cervezas industriales etiquetadas en alguna lengua oficial del estado que no sea el castellano es prácticamente imposible (algún caso habrá, imagino). Punto para Moritz. Pero lo de no tener la fábrica central en Barcelona o en algún lugar de Cataluña clama al cielo: Moritz se fabrica en Zaragoza en la misma fábrica que ámbar. La Zaragozana quería entrar en el mercado catalán y utilizo el caballo de Troya de una marca desaparecida que había sido muy querida por los barceloneses. Así renació Moritz.
Moritz es la única que se sirve en el museo Born Centre Cultural de Barcelona. Aquí se narra el asedio a la ciudad de las tropas españolas y francesas en 1714.
“Estelada” y “Balearis Major”
Una cerveza es un producto que tambiÉn vende por su imagen. El lugar de su nacimiento es importante para algunos de sus posibles consumidores. Imagínate una cerveza que defendiera con parte de su recaudación la independencia de un país y estuviese hecha en otro. Ese caso existe y se llama “Estelada”. En ninguna parte dice que estÉ hecha en Cataluña. Pero si coges el código de barras y visitas alguna página web como esta puedes descubrir que esta cerveza que quiere defender a un país, está hecha en otro. La fabrican en la República Checa, un territorio que sí es independiente. Pero para averiguarlo tienes que jugar a Sherlock Holmes indagando a que país pertenece el código de barras. Igual están intentando importar su cerveza para ver si en Cataluña pasa lo mismo. Otro caso similar es el de “Balearis Major”: en su etiqueta refiere al pasado remoto romano de Mallorca como origen de la plantación de la cebada en las islas. Pero ni la cebada es mallorquina ni su fabricación, por lo que sabemos, se ha hecho en ninguna de las islas.
Un San Jordi checo atacando al malvado dragón
En su web hablan de que su cerveza tiene “identidad propia” y anuncian la salida al mercado de otras dos cervezas dedicada a Menorca y a las Pitiusas. Dejando de lado que se trata de otra pilsen más como muchas que hay en el mercado -insulsa hasta morir- nos preguntamos donde radica su “identidad” más allá de la etiqueta.Una etiqueta donde se puede leer que la cerveza está fabricada en “EU por ILN: 4052839000009”. ILN quiere decir International Location Number, un sistema de numeración que identifica el lugar donde se ha producido un producto, entre otras cosas. Según el listado de países los tres primeros dígitos, 405, corresponden a Alemania. Pues para hacer una pilsener más tirando a mediocre no hacía falta ir tan lejos. (O sí.). Ah, i eso que indica en la etiqueta de que no esta filtrada…mmmmm…bueno, dejÉmoslo.
Balearis encripta su procedencia, pero no lo suficiente.
‘Aora’ es un proyecto puesto en marcha en la comarca leonesa de El Bierzo por cuatro personas procedentes del mundo del vino. Ellos mismos se definen de esta manera: “No somos un grupo de ‘friquis’ que hemos empezado en un garaje. Nosotros decidimos crear un producto propio para lo que contamos con el asesoramiento de un enólogo y un maestro cervecero belga”. Según los creadores de esta cerveza, hasta que comience a elaborarse en Cacabelos, ‘Aora’ se fabrica en plantas artesanales de Madrid y BÉlgica.
Cabe felicitar a los fabricantes de «Aora» por su honestidad en la entrevista que citamos. Advierten a los consumidores que lo único del Bierzo que se van a encontrar en la cerveza es la etiqueta. Sería interesante que tambiÉn informaran al consumidor de ello claramente en la etiqueta. En ella se puede leer «Compañía Leonesa de Cervezas y Maltas», pero desconocemos si en la letra pequeña se explica que la cerveza no está hecha en León. Si no lo especifican, creemos deberían hacerlo
Aora
Keler
Curioso: la cerveza que pretende ser vasca se fabrica en Cataluña y la que pretende ser catalana se fabrica en Zaragoza…Si la Zaragozana se fabricase en Valencia, la de Valencia en Madrid y la de Madrid en el País Vasco, estaríamos ante el círculo cervecero fantasma perfecto. Como decía el Gran Wyoming en CQC, todo encajaría como un puzzle sideral.
Nortasuna”=”Identidad”. Dime de quÉ presumes…
Keler, de vasco solo tiene el nombre. Le pasa lo mismo que a Moritz. Unos amigos nos comentaban en el face de Cerveza Artesana que “Tras el frustrado intento de crear una cerveza 100% vasca bajo la marca Bertoko, siguen existiendo cervezas hechas en Euskadi, aunque por multinacionales extranjeras. Muchos creen que es el caso de Keler, pero su propietario, el grupo Damm, no tiene plantas en Euskadi. Sin embargo, sí que es el caso de la holandesa Heineken.”. En todo caso, si un vasco quiere beber cerveza artesana hecha en su tierra actualmente ya tiene un buen número de micro fábricas llenando el mercado de deliciosos caldos rubios y oscuros. Las tabernas de este país no tardarán mucho en darse cuenta que servir un pincho sin una de ellas al lado es una aberración. Tiempo al tiempo.
Brabante
Otro caso de esta manera de marear al personal sobre el origen de una cerveza es Brabante. Vamos a ver: Brabante es de capital 100% español. Ok. Pero es de tradición belga. Vale. Y es una cerveza madrileña. Ah. Pero está hecha en Gante (BÉlgica). Ostras, me estoy perdiendo. Pero pronto la van a hacer en España. Vaya, esa historia me suena: !Aora caigo¡. En un plazo máximo de dos años. Vamos, vamos, que me estoy empezando a comer las uñas. Y mientras vamos a abrir «una bodega de cerveza con la que acercar al gran público Brabante y nuestro proceso de producción». Eso tambiÉn me suena: a Moritz y Estrella Galícia les va de perlas…pues nosotros tambiÉn nos vamos a forrar. O sea, que en realidad no están diciendo: «Sí, os estamos engañando un poquito. Pero dentro de poco vamos a ser superbuenos y nuestra cerveza va a ser tan castiza como un chotis, con nombre belga, eso sí. Mientras id a nuestra bodega de diseño tope cervecero de la muerte donde os vamos a poner unos latones, un poco de madera aquí y allá, algo retro…y os venderemos comida y cerveza que tal vez hayamos hecho en Madrid, Gante o Nueva Zelanda. Que como ya os hemos vendido el producto como madrileño y lo habÉis comprado, pues nada, que nosotros a hacer caja y en paz.». Pan de Soraluce es consejero delegado de Brabante y afirma que “La cerveza es el último nicho del gran consumo que queda por sofisticar”. Pues sí, lo han conseguido, han sofisticado tanto el tema que ya no sabemos si cuando bebemos una Brabante estamos tomando un capital español hecho en Gante de tradición madrileña o unos bonos preferenciales al lúpulo. En todo caso, en un alarde de coherencia, sus directivos descartan vender su cerveza en el mercado belga como cerveza española. Desde estas líneas queremos invitarlos a que lo hagan, a que les vendan su cerveza madrileña hecha en BÉlgica a los belgas como cerveza española. Eso sí, que les digan lo de que en dos años van a tener fábrica en España para que les dejen montar un brewpub como Dios manda en el mismo centro de Bruselas. Claro que sí: ¡olÉ Brabante!
Brabante, la cerveza preferida de los trileros: «Ahora soy madrileña. Ahora soy belga. Ahora soy española en BÉlgica…¿Dónde está la bolita?»
¿Cerveza en Asturiano o Cerveza Asturiana?
He aquí el titular de un artículo sobre la birra asturiana que lo dice todo: existen cervezas que del lugar solo tienen el nombre y la etiqueta. Como decía este artículo sobre la marca Belenos: “La respuesta ye bien senciella: Belenos ye una cerveza n’ asturianu-entiedase por esta que fae usu de la nuestra llingua y de la nuestra mitoloxía.Pero no una cerveza asturiana y si ye la de los asturianos, como diz na so tiqueta, será la de los asturianos que yos gusta la cerveza belga porque tratáse d’ eso mirese dende onde se mire. Ye belga porque ta fecha en BÉlxica por una cervecera belga, con materies primes y calidaes del mentáu país. Sólo la idea y el diseñu son -xunto con la venta y la distribución, asturianos.” En este escrito se quejan de que los jóvenes quieran ir a buscar sus raices en Irlanda “escaeciendo que Asturies siempre tuvo una bona y gran tradición cervecera que puede que muchos desconozan.”. Precisamente la desaparición de la cultura cervecera en buena parte de la península es lo que permite que avispados empresarios resuciten o creen nuevas marcas que podríamos denominar como “fantasma” porquÉ gran parte de lo que dicen de ellas no es cierto y habitan entre nosotros como almas en pena, vagando por nuestros bares de gazne en gazne sabiendo que no pertenecen ni a esos lugares ni a esas personas que pagan por una cosa y beben otra. Que no, que una cerveza hecha en BÉlgica no es una cerveza asturiana, por mucho que se empeñe el guerrero de la foto en alzar su botella al viento cual William Wallace (sí, Wallace era escocÉs, pero a Michael Collins no le pega la foto).
Belenos
Son cervezas de encargo que buscan atraer al consumidor que ha oído campanas sobre el renacer de las fábricas cerveceras locales y la calidad de sus productos. Un espejismo que se genera en sus webs, en sus etiquetas, en su imagen y que muere apenas se le da un trago a cualquiera de ellas porquÉ un paladar medianamente entrenado rápidamente se da cuenta que ni el olor ni el sabor es de cerveza artesana. Una pena y un mal favor que le hacen a los centenares de personas que sí fabrican localmente, que sí intentan darle personalidad a sus cervezas con ingredientes autóctonos, que sueñan con poder utilizar lúpulos y maltas locales. Algunos de ellos están trabajando para conseguirlo, poniendo en marcha su propia maltería o plantando sus propias variedades de lúpulo. Un esfuerzo que dará sus resultados y que los bebedores de artesanas sabrán recompensar. Al tiempo.
En este post hemos querido poner algunos ejemplos de marcas que no dicen la verdad o buscan confundir al consumidor. No están todas las que son: hay muchas más. Tampoco se trata de hacer ninguna lista negra porquÉ el bebedor de cervezas artesanas no es tonto. Todo lo contrario. Marcas importantes juegan a ser autóctonas y no entienden que se están jugando su prestigio en el mercado. Nada que decir: una vez descubiertas, el bebedor avezado las deja de lado y ya está. Con probar una es suficiente. Pero este juego en el que han entrado estas marcas fantasma o engañosas afecta a un sector emergente de personas que están sudando y arriesgando en muchos casos su economía personal para salir adelante. He aquí, entre otros, el motivo por el cual hemos escrito lo que acabas de leer.