Cuando pensamos en celebraciones memorables, el clásico brindis con Champagne suele ser la primera opción. Sin embargo, en el mundo cervecero, una tendencia interesante está ganando terreno: las cervezas fermentadas con levadura de Champagne, una especie que añade un toque sorprendente y sofisticado a la bebida más popular del mundo.
Un giro elegante en la elaboración cervecera
Aunque la idea de usar levadura propia del mundo vinícola en una cerveza pueda parecer inusual, algunos artesanos cerveceros han descubierto que esta técnica puede elevar la calidad y el perfil sensorial de sus creaciones. En un mercado donde las cervezas de colección o con perfiles de sabor excepcionales alcanzan precios y reconocimiento, las cervezas con levadura de Champagne ocupan un lugar privilegiado.
¿Qué aporta realmente la levadura de Champagne a la cerveza?
Este ingrediente puede transformar un producto cotidiano en una experiencia sensorial única. La levadura de Champagne introduce notas umami y un carácter seco que, en ocasiones, sorprende incluso a quienes no acostumbran a beber cerveza. Cuando se trabaja con precisión, el resultado puede parecerse a la complejidad de un buen vino espumoso, pero con la frescura y vivacidad de la cerveza. Sin embargo, un uso inadecuado puede reducir la expresión de ambas bebidas a algo difícil de apreciar.
Diversidad de cepas y su impacto en el sabor
El mercado ofrece varias variedades de levadura de Champagne, cada una con sus particularidades. Por ejemplo, Pasteur, que fermenta con rapidez en ambientes fríos; Epernay, originaria de Francia y conocida por su fermentación más lentiva; y Prise de Mousse, que puede fermentar hasta con un 18% de alcohol. Cada cepa ofrece una personalidad distinta, mezclada con la base de la cerveza o el jugo de uva que se utilice.
En comparación, las levaduras tradicionales ale y lager suelen permitir alcanzar hasta un 10% de alcohol, por lo que con las de Champagne es posible obtener bebidas más robustas y secas. Estas cualidades las hacen ideales para ciertos estilos de cerveza, especialmente aquellas que quieren ofrecer un perfil más profundo y seco.
El método Champenoise: la clave de una producción premium
El proceso que da el toque final a una cerveza con levadura de Champagne es conocido como método Champenoise, un procedimiento inspirado en la vinificación en Champagne. Según cuenta Thomas de Moor, jefe de producción en una reconocida cervecería, el proceso comienza con la elaboración clásica de la cerveza, especialmente aquellas de fermentación alta como las Ales.
Una vez fermentadas, estas cervezas pasan a un segundo ciclo de fermentación en botellas que imitan las de la Champagne. La doble fermentación puede durar desde unos tres meses hasta un año completo. Durante este tiempo, las botellas son cuidadosamente giradas — en una técnica llamada remuage — para que la levadura se asiente en el cuello, facilitando su extracción posterior.
El proceso culmina con el congelamiento del cuello de la botella, que permite extraer una burbuja de levadura congelada. Solo así se garantiza una carbonatación adecuada y una apariencia limpia en la bebida. Sin embargo, este método es laborioso y suele ser exclusivo para cervezas de alta gama, ya que no todas las cervecerías están dispuestas a invertir en tan meticuloso procedimiento.
Cuando se realiza con cuidado, el resultado puede ser comparable a los mejores vinos espumosos: una cerveza que deslumbra por su elegancia, complejidad y capacidad para convertir incluso al bebedor más escéptico en un fanático de su sabor.