La IPA: amor o desamor en una botella
Si alguna vez has observado a tus amigos degustar una India Pale Ale (IPA) con expresiones de felicidad casi divina, mientras tú te retuerces de amargor, ¡no te preocupes, no estás solo! Lo que sucede en tu paladar podría ser un juego genético que le pone sabor a la vida.
El misterio del sabor y los genes
Un nuevo estudio liderado por el investigador John Hayes de Penn State ha revelado que la percepción del amargor no es solo cuestión de gusto, sino de genética. Una porción considerable de la población, alrededor del 25%, posee una versión del gen TAS2R38, responsable de esa sensación desagradable de amargor que algunos experimentan con más intensidad que otros.
La ciencia detrás del sabor amargo
Valerie Duffy, colega de Hayes, aclara que la forma en que percibimos el amargor está relacionada con la capacidad de los compuestos amargos para unirse a nuestros receptores gustativos. Para ella, es un paseo por el parque: las verduras amargas le saben a dulce. Seamos realistas: ¿Quién podría resistirse a esa dulzura en un brócoli?
¿Menos verduras para los amargados?
Duffy adoptó una actitud científica hacia su corazonada, agrupando a voluntarios para realizar pruebas de sabor y genética. Los resultados fueron asombrosos. Aquellos con menor sensibilidad al amargor no solo disfrutaron más de las verduras, sino que llegaron a consumir más de 200 porciones extra al año en comparación con sus contrapartes amargas. ¡Eso sí que es un plato lleno de vegetales!
Generalizando el amargor
Lo interesante es que la aversión al amargor no se limita a las verduras amargas. Los individuos que se vuelven sensibles a ciertos sabores parecen aplicar esta experiencia a toda la gama de vegetales verdes. ¿Es posible que un brócoli se vea afectado por la mala reputación de su primo más amargo?
Crianza, cultura y el arte de elegir
Duffy transforma la conversación al incluir otros factores en la mezcla: no solo la biología, sino también el contexto en el que crecimos. La crianza, las tradiciones familiares y el entorno social desempeñan un papel crucial en nuestras preferencias alimenticias. Todo se entrelaza, desde los placeres hasta las aversiones.
De cervezas extremas a lo cotidiano
Reflexionando sobre la evolución de las preferencias cerveceras, es interesante notar que las IPAs, que ahora son celebradas por su audaz amargor, eran vistas como una rareza hace dos décadas. Cervezas que décadas atrás se consideraban extremas han encontrado un camino hacia la aceptación general. Un paladar que se educa, se adapta y se transforma, siempre en busca de nuevas experiencias.
Así que, si la próxima vez decides evitar esa IPA porque es demasiado amarga, recuerda: tu genética podría tener algo que ver con ello. ¡Sigue explorando! No te limites a lo que percibes, porque el mundo de los sabores es tan diverso como una feria de colores!