Una transformación de lúpulo y malta

En el universo de las cervezas trapenses, un cambio refrescante se está cocinando, y no solo se trata de la nueva receta del mes. Las mujeres han tomado un rol protagónico en un mundo tradicionalmente masculino, y las cervecerías belgas están sintiendo el aroma de esa revolución.

De laboratorio a la cima: el ascenso de Anne-Françoise Pypaert

Si creías que las mujeres no estaban al mando en las cervecerías Trapenses, te sorprenderá saber que desde octubre de 2013, la maestra cervecera de Brasserie d’Orval, Anne-Françoise Pypaert, ha cambiado esa narrativa. Con un historial impresionante en la cervecería desde 1992, ella se ha convertido en la pionera entre los lúpulos, rompiendo techos de cristal en un sector de largo tiempo dominado por hombres.

Los primeros pasos en la cerveza

Cuando esta talentosa química se planteó por primera vez la posibilidad de elaborar cerveza, estaba en un mundo donde esas ideas parecían tan lejanas como un viaje a la luna. Sin embargo, con el paso de los años, la cultura comenzó a cambiar y, con ello, la oportunidad de encontrar un lugar en una cervecería se convirtió en parte de su futuro. Desde entonces, ha estado destilando su pasión en Orval, donde cada día es una nueva aventura.

La magia de Orval: más que solo cerveza

La historia de Anne-Françoise no solo se limita a las cervezas. También es la directora de producción de la quesería de Orval, donde se producen quesos que son verdaderas delicias. Disponible en variantes jóvenes, los ‘viejos’, y quesos lavados con cerveza, estos quesos son un homenaje a la cultura trapense y una prueba de que, cuando de sabor se trata, las sorpresas nunca acaban.

Un paladar con historia

Es curioso pensar que la primera vez que Anne-Françoise probó la famosa cerveza Orval fue justo un par de días antes de su entrevista, y lo hizo en un momento en que la idea de que las mujeres apreciaran la cerveza amarga se sentía como un mito. Sin embargo, ella se convirtió en la voz de muchas, presionando para derribar estereotipos de lo que las mujeres pueden disfrutar.

Un futuro lleno de lúpulo

Ahora que las cervecerías Trapenses están viendo un cambio en su estructura de personal, es emocionante pensar en lo que el futuro depara. La historia de Anne-Françoise es solo un ejemplo brillante. El campo de la cerveza tiene una abundancia de espacios y oportunidades esperando a ser ocupados por mujeres apasionadas por el arte de la cervecería, asegurando que la historia de esta bebida no termine aquí.

Las cervezas trapenses seguirán fluyendo, pero mientras tanto, la contribución de Anne-Françoise y sus compañeras está asegurando que el recuerdo de su viaje se sienta en cada sorbo.

¿Alguna vez te sorprendió pensar que las famosas IPA podrían ser, en realidad, una creación más del azar que de una invención revolucionaria? La historia de esta popular cerveza está llena de matices y contradicciones que desafían las versiones más simplificadas. Aquí te llevo a un recorrido diferente, con algunas claves y nuevas perspectivas para entender cómo nació este estilo y qué tanto hay de leyenda en su relato.

¿Realmente existió una chispa de genialidad en la India?

La historia tradicional apunta a un cervecero londinense llamado Hodgson, en el siglo XVIII, como el padre de la presumible innovación. Se dice que su Pale Ale fue diseñada específicamente para resistir los rigores del clima indio, y que en ella se implementaron técnicas como el dry-hopping y un lupulado más abundante. Pero, ¿cuánto de esto está respaldado por evidencias concretas y cuánto por leyendas transmitidas con el paso del tiempo?

Entre mitos y hechos: lo que la evidencia revela

Desde los registros históricos más tempranos, vemos que en el siglo XVIII ya existían exportaciones de Pale Ale a la India, con registros claros en 1705 y 1709 en Londres. Pero no hay pruebas sólidas de que estas cervezas fueran específicamente lupuladas para soportar el calor ni que llevasen en su etiqueta el famoso apelativo ‘India Pale Ale’. La primera mención formal del término data de 1835 en la prensa de Liverpool, mucho después de que el estilo hubiera empezado a popularizarse en ciertos círculos cerveceros.

La ruta fragmentada hacia la fama

Uno de los puntos clave en esta historia es entender que muchos de los datos que miden la popularidad y la expansión de estas cervezas en el siglo XIX no necesariamente apuntan a un invento original, sino a una serie de adaptaciones y responden a las estrategias comerciales de diferentes cerveceros. Por ejemplo, Hodgson pudo haber sido consciente de la necesidad de usar mayor lupulado por las recomendaciones que circulaban en los manuales del siglo XVIII, pero no hay evidencia de que sus Pale Ales fueran en realidad las primeras en cumplir con esa función.

¿Una estrategia de mercado o una innovación genuina?

En realidad, parece que el concepto de preparar cervezas específicas para el clima cálido se convirtió en una práctica común, y la denominación ‘India Pale Ale’ probablemente surgió para diferenciar una variedad que, por su alto contenido de lúpulo y fermentación seca, lograba resistir mejor las duras condiciones del trayecto marítimo. Sin embargo, este proceso no fue exclusivo de un cervecero o una época particular.

Más allá del misterio: un estilo en constante evolución

Lo que sí está claro es que las IPA hoy en día representan más que una simple referencia geográfica; son un símbolo de innovación y resistencia en la cultura cervecera moderna. La historia que las rodea sigue siendo una mezcla de hechos verificables, suposiciones y, en ocasiones, leyendas que enriquece su carácter único.

El futuro de las IPA seguramente traerá nuevas interpretaciones y estilos, pero lo que permanece constante es esa capacidad de adaptarse y evolucionar, manteniendo viva una tradición que, aunque no tenga un inventor claro, sí tiene toda una historia de esfuerzo, estrategia y pasión.

De la devoción a la fermentación: ¿por qué los monjes se unieron a la cosa de la cerveza?

Mucho antes de que las cervezas artesanales se pusieran de moda, los monasterios tenían un papel clave en su elaboración. La historia de cómo los monjes adoptaron esta bebida va más allá de una simple tradición; revela un ingenioso truco de supervivencia y, quizás, una chispa de espiritualidad en cada sorbo.

¿Qué llevó a los monjes a convertir la cerveza en su aliada?

Existen varias teorías que explican este fenómeno, y todas ellas reflejan una mezcla de necesidad práctica y sabiduría ancestral. Desde razones de higiene hasta una forma de financiamiento, cada elemento fue contribuyendo para que la cerveza se convirtiera en una auténtica bendición dentro de los muros monásticos.

Higiene en tiempos complicados

En épocas en las que el agua potable era un lujo o simplemente un riesgo, hervir el líquido para crear cerveza servía como un método natural de esterilización. Aunque el origen de esta idea no está muy claro, la evidencia sugiere que aquellos que bebían cerveza estaban menos expuestos a enfermedades transmitidas por el agua contaminada, haciendo de esta bebida una especie de remedio preventivo.

Nutrición en tiempos de ayuno

La cerveza no solo refrescaba, sino que también proporcionaba una fuente importante de nutrientes, especialmente carbohidratos. Para los monjes, en momentos de abstinencia o cuaresma, esta bebida actuaba casi como una comida líquida, ayudándolos a mantener fuerzas en días de restricción y ayuno.

Sostenibilidad y labor social

Elaborar cerveza no solo era una actividad espiritual, sino también un negocio. Permitía a los monasterios financiar sus obras y necesidades diarias, además de contribuir a labores solidarias para con la comunidad. La diversidad en estilos y sabores surgió como resultado de esta doble función: espiritual y económica.

Los monjes y la tradición cervecera: los trapenses y la calidad artesana

Entre los monjes, una de las órdenes más renombradas por su producción cervecera es la del Cister, particularmente los Trapistas, que han llevado la fabricación de cerveza a un nivel casi sagrado. Desde sus orígenes en la Edad Media, estos monjes han establecido estándares de calidad que hoy en día generan respeto y admiración en el mundo cervecero.

El origen de una tradición milenaria

El movimiento comenzó en Francia, en 1098, cuando monjes benedictinos establecieron un monasterio cerca de Molesnes. Rápidamente, la comunidad creció en poder y prestigio, y en dos siglos ya tenían una influencia que atravesaba toda Europa, incluso llegando a tener un Papa en la familia, Benedicto XII.

La reforma de los Trapistas

Ya en el siglo XVII, un grupo de monjes en Normandía decidió redoblar su compromiso con la pureza y calidad, reformando los estatutos y creando la Orden Trapense en la Grande Trappe. La devoción por la perfección llevó a que la cerveza trapense fuera considerada una obra maestra, con un perfil de sabor único y un proceso de elaboración riguroso.

¿Qué distingue a las cervezas trapenses y por qué tienen su propio sello?

La autenticidad de las cervezas trapenses no solo radica en su sabor, sino también en su filosofía. Para que una cerveza pueda lucir la etiqueta de ‘Trapense’, debe cumplir con requisitos estrictos, asegurando que cada lote proviene de un monasterio con un propósito monástico claro y que sus beneficios se destinan a mantener la comunidad y apoyar causas sociales.

Requisitos de producción y certificación

Por norma, la cerveza debe ser elaborada en las cercanías del monasterio, bajo la supervisión del grupo monástico, y los ingresos obtenidos deben ir en ayuda del propio monasterio y obras benéficas. Solo once comunidades en el mundo ostentan con orgullo la certificación, entre ellas las famosas Chimay, Orval y Westvleteren, entre otras.

¿Qué nos deja la historia cervecera monástica?

Más allá de la tradición o el sabor, la historia de los monjes cerveceros refleja cómo el ingenio, la fe y la supervivencia se entrelazan en una copa. Instantáneamente, la siguiente vez que disfrutes una cerveza trapense, piensa en esa herencia milenaria de dedicación, devoción y amor por lo bien hecho.