Entre latas y leyendas: la batalla que no cesa
Desde hace más de un siglo, un enjambre de marcas, derechos y tradiciones bañan en espuma un conflicto que parece tener más vueltas que una birra en una noche de fiesta. La disputa por el nombre ‘Budweiser’ va más allá de una simple cuestión de etiquetas: es un duelo que mezcla historia, identidad y el poder del mercado global.
¿De dónde viene esa famosa cerveza que dice ser la original?
Todo comenzó en 1876, en un rincón del Medio Oeste estadounidense: una cervecería en St. Louis lanzó una lager llamada Budweiser, una referencia directa a la antigua ciudad checa de České Budějovice. La idea era sencilla pero ambiciosa: crear una cerveza que imitara la calidad y carácter de las tradicionales lager europeas, específicamente las de la ciudad bohemia que a los alemanes llaman ‘Budweis’.
Pero, ah, la historia siempre tiene sus vueltas, y aquí no es la excepción. La cervecería checa Budvar, conocida también como Budweiser Budvar, fue fundada en 1895 con raíces profundas en esa tradición milenaria. Mientras tanto, la estadounidense nació 19 años antes, llevando bajo el brazo su propia historia y ambiciones.
El pulso legal: un distingo en la justicia
Desde 1907, el combate legal entre ambas se ha convertido en uno de esos enfrentamientos casi épicos. Más de 100 juicios en diferentes países, que reflejan las complejidades de la protección de marca en un mundo cada vez más globalizado.
En Europa, Budvar se ha impuesto como el legítimo portador del nombre ‘Budweiser’, respaldado por viejas tradiciones y una historia que remonta a 750 años. En Norteamérica, en cambio, ese dominio le pertenece a la gigante AB InBev, que ha encontrado en ‘Bud’ un aliado para sortear las dudas sobre la marca.
Tres historias, una misma ciudad y un montón de tradiciones
En medio de esta discordia, no podemos olvidar otra pieza clave: Samson. Esta cervecería, fundada en 1795 en České Budějovice, tuvo su momento de protagonismo, pero con el tiempo, y con la compra de AB InBev en 2014, quedó en el ojo del huracán.
Mientras Samson languidecía y cambiaba de dueños, la competencia que llevaba décadas en marcha empezó a reinventarse. La inversión en modernización y tecnología, en la extracción de su agua artesiana y en el empleo de la misma levadura tradicional que Budvar, refleja un esfuerzo de volver a poner en escena a la pequeña cervecería como una alternativa genuina y orgullosamente local.
La resurgir de Samson y la fortaleza de Budvar
Hoy, Samson no es solo un símbolo del pasado, sino que también busca jugar en la liga moderna con una producción que, aunque aún pequeña en comparación, está creciendo gracias a nuevas inversiones en infraestructura, nuevas bodegas y sistemas automatizados.
Por otro lado, Budvar, respaldada por el Estado checo, ha apostado fuerte a mantener sus tradiciones intactas y ampliar su capacidad productiva. La variedad de sus procesos, como el fermentado y lagering tradicional, y un ambicioso plan de expansión, apuntan a que la lucha todavía está lejos de terminar.
¿Y qué nos dice esto de la cultura cervecera?
Más allá de las leyes y las marcas, esta historia revela un tejido cultural impresionante. La ciudad de České Budějovice, con su mezcla de alemán y checo, y su orgullosa historia cervecera, ejemplifica cómo una tradición puede convertirse en un símbolo de identidad y resistencia frente a las multinacionales.
El futuro: ¿más guerras o pacificación?
¿Qué esperar en los próximos capítulos? La lógica indica que, si bien las marcas luchan por la supremacía, la historia y las tradiciones seguirán siendo el verdadero campeón. La apuesta de Budvar por mantener sus procesos tradicionales, unido a su ambición de crecer, sugiere que en esta batalla de espadas de espuma, la historia todavía tiene mucho que decir.
Como en toda buena historia de guerra y paz, quizás la verdadera ganadora sea la cultura cervecera europea, esa que se niega a desaparecer y que sigue luchando con cada cervecería independiente que insiste en mantener vivo el legado artesanal.