Un brindis por las bondades de la cebada y sus efectos positivos en la salud femenina
La popular bebida de fermentación, más allá de ser un clásico en reuniones y celebraciones, esconde en sus ingredientes naturales una serie de beneficios que pueden acompañar a la mujer a lo largo de su ciclo vital. Desde el embarazo hasta la vejez, la cerveza puede convertirse en una aliada, siempre que se consuma con moderación y en las variedades adecuadas.
De la planificación familiar a la protección en lactancia
Para quienes están en la búsqueda de ser madres, los nutrientes presentes en la líquido dorado presentan ventajas importantes. En particular, el ácido fólico, vital para el desarrollo del sistema nervioso y la formación de células, juega un papel crucial en la prevención de defectos en el tubo neural y otras malformaciones durante el embarazo.
Es importante destacar que solo las versiones sin alcohol aportan estos beneficios durante la gestación. La cerveza sin alcohol, por ejemplo, contiene antioxidantes que refuerzan el sistema cardiovascular y ayudan a mitigar los daños oxidativos propios del embarazo.
Además, algunas investigaciones sugieren que los azúcares de la cebada – uno de sus componentes esenciales – favorecen la producción de prolactina, la hormona que estimula la lactancia. Estudios recientes también asocian el consumo moderado de cerveza sin alcohol con una mayor protección contra el estrés oxidativo en la madre y en la leche materna, beneficiando indirectamente al bebé.
En la era de la menopausia: antioxidantes y protección ósea
El cambio hormonal que traen la menopausia y el climaterio acarrean desafíos relacionados con la salud ósea y cardiovascular. La reducción de estrógenos, por ejemplo, disminuye la absorción de calcio y aumenta el riesgo de osteoporosis y enfermedades del corazón.
Aquí, la cerveza puede ofrecer una ayuda inesperada: sus polifenoles, fitoestrógenos naturales y vitaminas contribuyen a restaurar cierto equilibrio. Estudios recientes llegan a indicar que un consumo controlado de cerveza puede incluso retrasar la llegada de la menopausia unos años y mejorar los niveles de colesterol ‘bueno’ (HDL).
El impacto en el sistema inmunológico también ha sido objeto de investigación: en mujeres adultas, el consumo moderado parece potenciar la producción de leucocitos y linfocitos, fortaleciendo la respuesta inmunitaria en general.
Hacia una estructura ósea fuerte y resistente
Las fracturas y pérdida de masa ósea, característicos de la osteoporosis, pueden encontrar en ciertos compuestos de la cerveza una ayuda en su prevención. Los flavonoides, presentes en el lúpulo y la cebada, poseen efectos estrogénicos que inhiben la pérdida de tejidos óseos y favorecen la secreción de calcitonina, una hormona clave en la protección ósea.
El silicio, otro elemento presente en la cerveza, impulsa la calcificación y la regeneración del colágeno, mientras que minerales como el magnesio, zinc y cobre aseguran una absorción eficiente de calcio, promoviendo huesos fuertes y menos propensos a fracturas.
Un aliado contra el Alzheimer y otros desórdenes neurodegenerativos
La ciencia ha señalado que la ingesta moderada de cerveza puede jugar un papel en la reducción de factores de riesgo relacionados con el Alzheimer. Específicamente, su contenido en silicio ayuda a combatir el aluminio, un mineral neurotóxico que se ha vinculado con la aparición de demencia y otros trastornos cerebrales.
Además, algunos compuestos presentes en el lúpulo tienen la capacidad de inhibir la formación de placas beta-amiloides en el cerebro, estructuras que están estrechamente relacionadas con el desarrollo de esta enfermedad y la enfermedad de Parkinson.
