De dos mundos opuestos a una fusión con onda
Cuando pensamos en esas bebidas que nos ayudan a cerrar el día con una sonrisa o a empezar con energías renovadas, casi siempre nos vienen a la cabeza dos viejos conocidos: el café y la cerveza. Aunque parezcan polos opuestos —una estimulante y otra relajante— en realidad comparten más secretos de los que imaginamos. Dedicadas a artesanos apasionados y expertos en su arte, ambas bebidas pasan por procesos meticulosos que garantizan sabores únicos y comunidades vibrantes en cada rincón del planeta.
¿Por qué no mezclar estas dos estrellas de la creatividad líquida?
Crear una cerveza con notas de café puede parecer un desafío, pero en realidad, no es más que una versión sofisticada del proceso habitual de hacer cerveza. La clave está en entender que el café, en esencia, funciona como un ingrediente adicional que aporta aroma y perfil de sabor, sin complicar demasiado las recetas tradicionales. La técnica preferida para incorporar café en la cerveza es la extracción en frío, conocida en el mundillo como cold brew, que bacteria la acidez y los aceites indeseados que pueden enturbiar la espuma y la experiencia sensorial.
¿En qué consiste la magia del cold brew y por qué lo prefieren los maestros cerveceros?
El proceso implica remojar los granos molidos en agua fría durante más de un día, generalmente entre 24 y 48 horas, para obtener un concentrado intenso. Luego, ese líquido concentrado se mezcla con la cerveza antes de su embotellado para potenciar el aroma y el sabor sin añadir notas amargas o aceites que puedan afectar la textura. La elección por el cold brew también se debe a que ayuda a mantener la cerveza más limpia y de mayor calidad, en línea con la tendencia de crear sabores complejos y equilibrados.
El arte de equilibrar amargores y aromas: las claves para una cerveza con café perfecta
¿Y qué pasa con el sabor amargo? Tanto la cerveza como el café tienen sus propios niveles de amargor, y combinarlos requiere habilidad y precisión. La cantidad de lúpulo en la receta se ajusta según el perfil del café utilizado. Por ejemplo, un grano de tueste oscuro, que da notas intensas y profundas, suele acompañarse con menos lúpulo para que no domine la pieza. La idea es crear un balance en el que el café aporte sofisticación, sin que la amargura lo opaque.
Un vistazo a las estrellas: variedades que unen café y cerveza
Las opciones son variadas y muchas cervecerías artesanales se atreven a experimentar. Las cervezas oscuras, como Stout o Porter, suelen ser las favoritas para integrar café debido a su perfil robusto y profundo. Pero la innovación también está en tendencia: cervezas con frutas y café, que ofrecen matices cítricos y dulces a la vez, están ganando terreno rápidamente. Ejemplo de ello lo da una cerveza que combina el aroma de frambuesas con el carácter del café, creando una experiencia sensorial muy particular y refrescante.
¿Qué revela el nivel de amargor en estas creaciones?
Las cervezas de café generalmente tienen un nivel de amargor que va de medio a alto, con índices que oscilan entre 20 y 60 IBU, dependiendo de la variedad y el perfil buscado por el cervecero. Este amargor aporta un contrapunto interesante con la dulzura natural de los sabores tostados y frutales del café, abriendo puertas a maridajes ideales con postres, quesos fuertes y platos intensos.
Mirando hacia el futuro: ¿una tendencia que vino para quedarse?
La escena cervecera mundial está en plena ebullición con experimentos que combinan el carácter del café y la cerveza, y no parece que esto vaya a detenerse. La popularidad de estas mezclas podría transformar no solo las recetas, sino también las rutinas de consumo, quizás incluso abriendo debate sobre si la cerveza con café podría incluirse en desayunos o momentos matutinos, rompiendo con muchos tabúes tradicionales. Lo que sí parece claro es que este estilo está aquí para quedarse, con una tendencia que invita a explorar, experimentar y, claro, saborear sin prejuicios.