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Mucho más que una cerveza nublada
En un mundo donde las cervezas claras reinaban con orgullo, una revolución silenciosa comenzó a gestarse desde el rincón más inesperado: Vermont. Mientras todos levantaban sus pintas de West Coast IPAs bien amargas y cristalinas, un loco apasionado de la cerveza decidió romper las reglas y servir una IPA… ¡nublada! Sí, como si tu cerveza viniera con niebla matutina incluida. Así nació la New England IPA, o como la mayoría la conoce ahora, la Hazy IPA.
Del laboratorio casero al estrellato espumoso
Hace un par de décadas, John Kimmich, un genio cervecero con pinta de alquimista medieval (y no solo por el nombre de su cervecería: The Alchemist), decidió que ya era hora de sacudir el mundo de la cerveza artesanal. Así nació Heady Topper, una IPA que no solo era turbia, sino también escandalosamente jugosa. Y aunque al principio era una rareza local, en poco tiempo se volvió tan popular que Kimmich tuvo que mudarse a una fábrica más grande para satisfacer a sus sedientos fans.
Hoy, esa cerveza pionera es considerada la madre de todas las Hazy IPAs. ¿El secreto de su éxito? Una mezcla jugosa de aroma frutal, cuerpo suave, y un aspecto que parece más zumo de frutas que cerveza. Y sí, los puristas del lúpulo aún lloran por ello.
¿Qué hace tan especial a una Hazy IPA?
La estética: turbiedad con orgullo
Una Hazy IPA no es una cerveza turbia por accidente. Esa niebla característica viene de ingredientes como avena, trigo, y un proceso cuidadosamente calculado para que la cerveza se vea como si estuvieras sirviendo un zumo tropical fermentado. La claridad está sobrevalorada, dicen sus fans.
Sabor: frutas exóticas, amargor bajo
A diferencia de sus primas del Oeste, estas cervezas no intentan arrancarte el esmalte dental con cada sorbo. Aquí la protagonista es una sinfonía tropical: piña, mango, maracuyá, mandarina… Todo eso, sin dejar de tener un toque lupulado, pero más amigable.
Agua: el ingrediente invisible que lo cambia todo
¿Quién pensaría que el agua podía marcar tanta diferencia? Pues sí. Las Hazy IPAs usan un perfil de agua con altos niveles de cloruro para darle ese cuerpo redondo y sensación aterciopelada. Un detalle técnico que los cerveceros aman, aunque a ti te suene a clase de química.
¿Te atreves a hacer una Hazy IPA en casa?
No es alquimia, pero casi
Aunque no necesitas una torre mágica ni una varita de roble, preparar una buena Hazy IPA sí requiere precisión. Desde la elección del grano hasta el momento exacto de añadir el lúpulo, cada paso cuenta.
- Malta base: una mezcla de maltas pálidas, a veces con un poco de Pilsner.
- Adjuntos: avena y trigo (sí, ese que usas para pancakes) para darle ese cuerpo cremoso y la turbidez.
- Lúpulo: nada de hervirlo como en las IPAs tradicionales. Aquí el lúpulo se trata como si fuera oro líquido: se añade en el whirlpool y en cantidades industriales durante la fermentación (lo que se conoce como dry hopping).
- Levadura: debe ser afrutada, juguetona y con ganas de fiesta. La típica levadura de IPA no sirve aquí.
El momento zen del cervecero: el dry hop
El dry hop es donde la magia sucede. Algunos cerveceros lo hacen dos veces: una en plena fermentación y otra justo al final. Así se activan procesos como la biotransformación (sí, suena a superpoder) que potencian los sabores frutales. Los hops favoritos para esta maniobra: Citra, Mosaic, Nelson Sauvin, Motueka y compañía.
Temperatura: sí, también importa
Fermentar a temperaturas más altas puede parecer arriesgado, pero en el mundo de las Hazy IPAs, esto puede ayudar a generar más ésteres frutales. Algunos incluso subdosifican la levadura para ponerla “bajo presión” y sacarle más carácter.
¿Moda pasajera o nuevo clásico?
Aunque hay quienes aún torcen la nariz ante una IPA que parece batido de frutas, la realidad es que las Hazy llegaron para quedarse. Su perfil amigable, tropical y poco amargo ha conquistado paladares que antes no querían saber nada de las IPAs. Además, han abierto las puertas a nuevas experimentaciones cerveceras.
Y así, desde un pequeño rincón en Vermont hasta los bares más hipsters del mundo, la Hazy IPA ha demostrado que a veces lo turbio es lo que mejor se bebe.
¿La moraleja? No subestimes una cerveza solo porque no puedes ver a través de ella. Tal vez esté llena de sorpresas… y mango.