¡No somos el ombligo del mundo! Menos en cultura cervecera, donde palidecemos ante países con tradición como Inglaterra, BÉlgica y Alemania pero tambiÉn con otros con nuestra misma “solera cervecera” como Italia o EEUU.
Por ello debemos asomarnos a descubrir la realidad del sector de la Cerveza Artesana en otros lares. Son muchos países, por desgracia la mayoría, los que han visto sus “buenos haceres” cerveceros, y un paladar entrenado, perdidos por culpa de la industrialización de la cerveza y el proceso de concentración en pocas marcas con mucha producción pero no precisamente de calidad. Por suerte la revolución que estamos viviendo aquí, en paralelo se está produciendo en otros países: ¡No estamos solos!
En Ésta ocasión nos fijamos en Chile. Con una población de 18 millones de habitantes y un consumo que ha pasado de 28 a 40 litros de cerveza per cápita en los últimos 15 años (en España estamos en… ¡70!). Las matemáticas dan unas necesidades de producción de más de 500 millones de litros (aprox. 3.200 en España).
La tradición cervecera chilena ya existía en la elaboración local en zonas como Los Lagos debido a una importante comunidad alemana establecida en esta zona en los siglos XVIII y XIX. La independencia del siglo XIX y la inmigración europea acabaron por introducir la cerveza en todo el país. Las grandes ciudades como Santiago, Valdivia o Valparaíso vieron nacer las primeras fábricas de cerveza para el abastecimiento local.
Valparaíso es la ciudad donde se estableció la primera micro-cervecería chilena. En 1825, un mÉdico irlandÉs, Andrew Blast, se instaló en la ciudad costera de entonces escasos 100.000 habitantes. Cinco años tardó en ver el futuro prometedor que podría tener la apertura de una fábrica de cerveza en Chile que sería la primera. Hasta entonces la cerveza se producía en monasterios o bajo sanción de la metrópoli. Era imposible que una cerveza cruzara el atlántico en condiciones (no como a la India donde llegaban las exquisitas India Pale Ale), aún no se había inventado la pasteurización y las fábricas debían ser locales, así como la cerveza.
Hay que tener en cuenta que en AmÉrica Latina, la cerveza compite (muy sanamente) con la bebida nacional, la Chicha: una bebida fermentada que se obtiene principalmente del maíz, pero tambiÉn de la yuca u otros frutos locales. La chicha no comparte los ingredientes de la cerveza pero si el mÉtodo de elaboración: germinación y secado para obtener los azúcares (un proceso de malteado) y su posterior fermentación. El resultado es una bebida con moderada graduación alcohólica
Toda esta cultura alrededor de la fermentación en realidad alimentan la revolución de la cerveza de calidad: ya rondan las 100 micro-cervecerías en el país andino, una cifra sin parangón en el resto de AmÉrica Latina. Además en Chile cuentan con una de las fábricas con más reconocimiento internacional: Kross, Cerveza Independiente, en Santiago de Chile. Produce 140.000 L mensuales de sus 5 cervezas: Pilsner, Golden Ale, Maibock, Stout y Kross 5.
Tras nuestra visita por las tierras andinas, y comprobar el buen hacer de los cerveceros chilenos, auguramos un gran futuro para la Cerveza Artesana en Chile. ¡Y aguardad que tienen recorrido! El crecimiento de micro-cervecerías está a la altura de la revolución que estamos viviendo aquí tambiÉn y de buen seguro el futuro del sector local i chileno va i seguirán yendo de la mano.