¿Listo para el salto? Mi aventura con el sistema BrewEasy ¡y una belgian Wit sin complicaciones!

by David Martín Rius

De antes y después: El origen de esta odisea cervecera

Hace poco, decidí desafiar los límites de mi pequeño reino cervecero con la ayuda de un sistema de fabricación automatizado que promete simplificar la vida del homebrewer. Y sí, la historia comienza con una simple receta, pero con muchas expectativas y un par de nervios.

Receta estrella: La clásica Belgian Wit bajo la lupa moderna

Opté por uno de mis gustos favoritos: una Belgian Wit. La llamo ‘la que nunca falla’ y, en esta ocasión, la preparé con un toque renovado. Sin embargo, contrastando con recetas anteriores, esta vez cambié proporciones: 60% de cebada y 40% de trigo en copos, en un intento de evitar problemas con la recirculación. Pero, sorpresa, la malla de la BrewEasy resultó ser una heroína en esto.

El ritual de prueba: Afinando el equipo con agua pura

Antes de entrar en harina, realicé una prueba con agua para entender el alma del sistema. Esto me permitió calibrar los termómetros y ajustar el flujo del pump march para que no pareciera una carrera de obstáculos durante el proceso real. La paciencia valió la pena, y ahora sé exactamente cuánto puedo abrir la válvula automática sin arriesgar un desastre.

Calor y precisión: La danza de la temperatura en la maceración

Con la BrewEasy en acción, caliente el agua en la olla inferior y ajusté la temperatura a 157 °F, pero el truco fue entender que la sonda del controlador no mide exactamente la temperatura en la olla superior. Un pequeño margen, nada que no pueda ajustarse sumando un par de grados. La máquina, en ese sentido, se portó como una reina, manteniendo el calor con menos de un grado de diferencia.

El momento de los granos: Cuando la paciencia y la precisión se encuentran

Dough-in, ese momento sagrado. Cerré las válvulas y vertí mi mezcla de cebada y trigo en la mash tun, comprobando que la malla no dejaba pasar partículas de más y que el flujo de recirculación fuese una caricia, no un vendaval. La experiencia previa sirvió para ajustar niveles, y el sistema respondió con una recirculación suave y estable.

Haciendo magia: Desde la recirculación hasta la ebullición

Con todo en marcha, la máquina se convirtió en una especie de ballet coreografico. Ajusté la velocidad del pump para no agobiar a la malla y dejé que la recirculación hiciera su magia. Cuando la temperatura alcanzó el punto, el proceso fue relativamente sencillo: poner a hervir en la olla grande con la resistencia de 5 kW y, en ese momento, dejar que el sistema hiciera su trabajo.

Enfriar en tiempos récord y la separación de sedimentos

Lo que más me sorprendió fue lo rápido que el enfriador plateado, con su agua fría en circulación, logró bajar la temperatura del mosto en minutos. La malla y el filtro de la olla hicieron un trabajo espectacular separando sólidos y sedimentos, dejando un líquido claro y listo para fermentar con calma.

Lecciones y reflexiones: Lo que nadie te cuenta cuando te aventuras contigo mismo

¿Qué aprendí después de esta experiencia? La calibración previa, aunque parece una tarea menor, es crucial. La diferencia entre la temperatura en la salida del controlador y en la maceración puede parecer pequeña, pero marca la diferencia. Además, un pequeño ajuste en la velocidad del pump evita que el proceso se vuelva un caos, y unos guantes impermeables son casi un must si no quieres acabar enredado en válvulas y tubos.

¿Vale la pena el cambio? La visión personal y futura de esta máquina cervecera

El balance final es positivo. La BrewEasy no solo mantiene su promesa de simplificación, sino que también ofrece posibilidades de expansión y personalización. La eficiencia, aunque algo por debajo de los sistemas tradicionales, no es un impedimento para crear cervezas impresionantes, incluso en volumen mayor. Pienso que mi próximo proyecto será experimentar con mayor porcentaje de trigo y quizás sin la necesidad de la malla, confiando en su rendimiento.

Por último, el entusiasmo no mengua: la facilidad de limpieza, el control en cada paso y la potencia del equipo hacen que ahora imagine una futura cervecería en miniatura en mi garage, con todo automatizado y más divertido que nunca. La experiencia no solo alimenta mi pasión por la elaboración, sino que también promete un futuro en el que la tecnología y la arte de hacer cerveza se mezclan a la perfección.

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