¡A fermentar!
He hecho repaso de todo. Me he mirado 4 veces el video que publica Cerveza Artesana en el apartado donde venden los botes estos de malta preparada. Tengo tres garrafas de agua mineral de ocho litros que acabo de comprar en el “paqui”. Aparentemente, estoy preparado para empezar.
Pongo a calentar el bote de malta preparada al baño maría. Mientras, me dispongo a hervir 8 litros de agua. Con cuatro habría bastado, pero en ese momento no lo sabía. A continuación busco el detergente para limpiar el fermentador. Tengo que poner 4 grs. de detergente por litro de agua. Preparo 4 litros. Me he pasado. Con menos ya era suficente. Bueno, es la primera vez. Separo el sobre de levadura seca que me ha llegado con el bote de malta. Instalo el grifo en el fermentador. Es fácil, solo hay que enroscarlo. Y cuando voy a poner el agua con detergente en el fondo del cubo descubro horrorizado un pelo del maldito gato con botas. ¡Pero como se ha colado hasta aquí un pelo de mi gato!
Recuerdo haber leído algo sobre el peligro de hacer cerveza con animales domÉsticos alrededor. Voy a tener que vigilar de cerca a Boris y mantenerlo lejos de mis instrumentos de trabajo durante estos días. Quito el pelo y agrego el agua con detergente. Caramba, ¿de dónde sale toda tanta agua? He dejado el grifo abierto. Bueno, no pasa nada que no solucione un paseíllo con el mocho -arte que va parejo al de “briuear” (del verbo “to briu”). Acabo de mover el cubo con el agua dentro como si fuera una coctelera para que no quede superficie sin limpiar. A continuación, lo dejo secar. Hay quien vuelve a enjuagar el fermentador o lo que sea con agua del grifo despuÉs de lavarlo con oxígeno activo: craso error porquÉ el agua del grifo lleva bacterias suficientes para contaminar la cerveza de maneras que no soy capaz de imaginar. Es la ventaja de haber hablado sobre el tema con amigos homebrewers que han fracasado más de una vez por este detalle.
El bote ya está templado. Lo abro. Tiro su contenido en la olla donde estaba calentando el agua. A continuación rebaño el bote con más agua caliente como decían las instrucciones. Bien. De momento todo va como una seda. Hacer cerveza está tirado, de momento. Llega la hora de empezar a llenar el fermentador. Mis primeros 23 litros de cerveza. O tendrían que ser 24…¿El contenido del bote no cuenta? Dejo las dudas para más adelante y prosigo.
Bien, ahora en las instrucciones pone que tengo que añadir la levadura cuando el mosto -¡¡¡mosto, he hecho mosto!!! Bueno, vale, es un preparado, ¡pero he hecho mosto! ¡que bien huele el mosto!- baje de temperatura. El termómetro. ¡No encuentro el termómetro! Se debe haber extraviado en el viaje. En la oficina, cuando recogí los paquetes lo vi ¿Y que hago yo ahora? Pues lo que hago siempre cuando tengo un problema. Llamar a mi mujer. No, espera, está trabajando. Le envío un wasap.
-Un termómetro? 19:56
-En l armario dl comedor 19:57
-Quien? 19:57
-La cerveza. 19:58
– XD 19:58
Sus compañeras de trabajo se tronchan. Mi mujer creía que uno de nuestros hijos se había puesto enfermo. Pero no, el termómetro era para la cerveza. Tenemos un nuevo miembro en la familia. Ya no son solo dos hijos y un gato a los que cuidar. ¡He parido un most(ru)o!
Limpio el termómetro. Lo paso por el agua con detergente y lo sumerjo en el mosto. Vaya, más de 40 grados. He añadido demasiada agua caliente. Seguro que supera los 50 grados. Decido dejarlo reposar. Si añadiera ahora la levadura la mataría y no tengo ninguna intención de cometer semejante fermenticidio en mi primera elaboración.
Pasa una hora. Pasan dos. Se hace tarde. Mañana me tengo que levantar a las 5:00 para ir a trabajar. Y el mosto sigue superando los 40 grados. ¡Y tiene que bajar hasta los 23! Y finalmente, en contra de la promesa que me había hecho al principio, me pongo nervioso. Voy a tener que hacer uso del serpentín. Lo saco de la caja y le conecto los dos trozos de manguera que había comprado para utilizarlo. Calentando uno de los cuellos de la manguera lo adapto al grifo de la cocina y aprieto la brida para que quede bien sujeta. Limpio el serpentín con detergente y lo meto en el mosto. Le doy al agua y me doy cuenta que necesitaba dos bridas más para las conexiones de entrada y salida del serpentín: ¡¡¡se me está colando agua de grifo en el mosto!!! “¡¡¡AAAAgggghhhh!!!!” Esto se hunde antes de empezar. Pero aún existe esperanza. “Tampoco ha caído tanta ¡Por favor, Ceres, escucha mis plegarias!». Me escuche o no, decido no rendirme. DespuÉs de unos minutos, consigo que el termómetro de mis hijos no llegue a los 37 grados de temperatura. Espero un poco más y decido dar por terminada la operación.
Preparo la fiambrera para llevarme la comida al trabajo. La ropa que me voy a poner. Me ducho. Me pongo el pijama (¿a alguien más le viene la cabeza la canción de Casimiro?). Y llega el momento de arriesgarse: no sÉ a que temperatura está exactamente el mosto y no puedo comprobar si realmente está por debajo de los 30 grados para que no mate la levadura. Pero yo no puedo esperar más. Me lavo las manos con el preparado desinfectante. Lavo la espátula. Y Añado la levadura mientras voy removiendo el mosto como si fuera un cafÉ gigante (al cabo de los días me darÉ cuenta que aquí volví a fallar: se le tiene que dar un meneo al tema espectacular para que el mosto quede bien oxigenado). Ya está, tapo el fermentador. Instalo el “airlock” y voy a por alcohol. Y al encontrarlo me pregunto: ¿Será este el alcohol que se usa? En el video salía que era de 72 grados y este es de 90…Pienso que da igual porquÉ no va a entrar en contacto con mi querido mosto y mis queridas levaduras. Le meto un buen chorretón. Lo lleno hasta arriba. Uy, parece que le he puesto demasiado. ¿Como lo saco? Aprieto la tapa. ¡Maldición, una parte del alcohol se cuela al mosto! Y ahora, ¿esto tambiÉn significa que el mosto se va al garete? ¡Aaaaaagggggghhhhhh! Me voy a dormir entre satisfecho y preocupado. Se apagan las luces, se encienden los sueños”. No, no, levaduritas, no va por vosotras. Al contrario, os toca despertar y trabajar a destajo. Por favor.
(continuará)
El comentario del experto:
Cuidado al hablar de detergente, el Chemipro OXI es un esterilizante, no un detergente, sirve para esterilizar posibles bacterias que haya en la superficie, pero esta superficie tiene que estar limpia. Como detergente lo mejor es utilizar sosa caustica, pero como no está al alcance de todos, el agua caliente y un estropajo suave (más bien un salvauñas, que un nanas)
Recalcar que el OXI es un producto terminal, es decir que no hace falta enjuagarlo. Además, el agua del grifo tiene cloro, lo que puede aportar sabores tambiÉn.
Otra solución para los que no podáis enfriar es verter el mosto hirviendo al fermentador y dejar bien cerrado (esto esteriliza el recipiente). Cuando se ha enfriado (al día siguiente) abrir con cuidado y añadir la levadura. Esta tÉcnica es arriesgada, en cuanto a problemas de contaminación, pero te puede sacar de un apuro. [Se trata del No Chill Method tambiÉn llamado MÉtodo Australiano]